Vida Sana
Consejos para una dieta sana y equilibrada. Dieta en diferentes enfermedades.
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Alimentación y cáncer
Decálogo: Alimentación y cáncer
- Se debe moderar el consumo de bebidas alcohólicas.
Numerosos estudios han analizado la asociación entre el consumo de alcohol y el riesgo de otros cánceres, incluidos los cánceres de páncreas, de ovarios, próstata, estómago, útero y de vejiga. Para estos cánceres, puede ser que no se encontró una asociación con el uso del alcohol o la evidencia de una asociación no fue constante.
Los investigadores han identificado numerosas formas por las que el alcohol podría aumentar el riesgo de cáncer:
- El metabolismo (descomposición) del etanol de las bebidas alcohólicas en acetaldehído, el cual es una sustancia química tóxica y probablemente carcinógeno humano; el acetaldehído puede dañar tanto el ADN (el material genético que compone los genes) como las proteínas.
- La generación de especies de oxígeno reactivo (moléculas químicamente reactivas que contienen oxígeno), las cuales pueden dañar el ADN, las proteínas y lípidos (grasas) por un proceso que se llama oxidación.
- El deterioro de la capacidad del cuerpo para disolver y absorber una variedad de nutrientes que pueden estar asociados con el riesgo del cáncer, incluso la vitamina A; nutrientes del complejo B, como el folato; vitamina C; vitamina D; vitamina E; y carotenoides.
Combinación de alcohol y tabaco; La investigación epidemiológica indica que la gente que usa alcohol y tabaco tiene riesgos mucho mayores de padecer cánceres de la cavidad oral, de faringe (garganta), laringe y deesófago que la gente que usa solo tabaco o solo alcohol. De hecho, los riesgos que están asociados con el uso del alcohol y del tabaco se multiplican en los cánceres de boca y de faringe; es decir, si se juntan los riesgos asociados con el alcohol a los riesgos asociados con el tabaco, los riesgos resultantes son mayores que lo que podría esperarse de añadir los riesgos individuales que están asociados con el alcohol y con el tabaco juntos.
2. Comer alimentos ricos en fibra, como frutas o verdura
La fruta y la verdura contienen fibra y citoquímicos, incluyendo antioxidantes, que han mostrado un efecto protector frente al cáncer; no obstante, la evidencia es todavía poco concluyente. Se ha descrito una relación estadística inversa entre su consumo y la presencia de cáncer en un estudio de cohorte sobre más de 25.000 personas, mientras que en un amplio metaanálisis redujeron el riesgo de cáncer de esófago en un 64%.
En otro metaanálisis se vio que el consumo de crucíferas (coles, brócoli, rábanos) redujo el riesgo de padecer varios tumores, entre ellos el del colon y estómago. Otro encontró una relación entre las mujeres que consumían carotenoides y un riesgo entre un 10 y un 19% menor de cáncer de mama, mientras que los tomates apuntan beneficios en el cáncer gástrico (27% menos de riesgo).
Estudios recientes sugieren que comer más frutas y verduras puede que también ayude a disminuir el riesgo de padecer obesidad, lo cual es propenso a tener un efecto indirecto sobre el riesgo de cáncer.
Se debe aumentar el consumo de fibra de 20 gr. a 30 gr. al día, ya que los alimentos con alto contenido en fibra pueden ayudar a disminuir el riesgo de cáncer de colon (algo aún no demostrado). Tb se debe seguir una dieta variada que incluya gran variedad de frutas y verduras, ricas en vitaminas A y C, ya que facilita la disminución del riesgo de una amplia variedad de cánceres. Existe vitamina A en albaricoques, melocotones, espárragos y calabaza, de la misma forma que hay vitamina C en naranjas, pomelos, fresas tomates, kiwis, col y nueces.
3. Reducir el consumo de carne roja o carne procesada aleja la posibilidad de tumores de colon y recto.
Por cada 120 gramos de carne roja o procesada (precocinada, fiambre, salchichas, embutidos) consumida al día se incrementa el riesgo de cáncer colorrectal en un 28%.
No comer carne, además, reduce el riesgo de diabetes, hipertensión, ictus y enfermedades cardiovasculares. Pese a que la carne es la principal fuente de proteínas, hierro y zinc, se pueden conseguir ingestas similares en dietas vegetarianas.
4. Evitar las carnes y pescados a la brasa o a la parrilla, fritos o asados reduce el riesgo de cáncer de colon, recto, mama, próstata, riñón y páncreas.
No sólo influye el origen del alimento, sino la forma de cocinarlo. Las carnes rojas, de ave o pescados cocinados a altas temperaturas forma aminas heterocíclicas (AHC) e hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), unas sustancias químicas genotóxicas y mutagénica que se han asociado al cáncer, sobre todo en colon y recto, aunque tiene un papel más débil en otras neoplasias.
Algunas carnes además contienen hidrocarbonos aromáticos policíclicos, que se forman cuando las sustancias orgánicas no se queman completamente, tal como sucede en barbacoas, parrillas o flambeados.
No comer carnes a la parrilla ahorra, además, grasas saturadas y colesterol al organismo, con lo que baja el riesgo de enfermedad cardiovascular. No se han descrito inconvenientes si no se consumen.
5. Tomar Té puede reducir el riesgo de padecer cáncer
El té es una bebida que resulta de la infusión de las hojas, brotes o pequeñas ramas de la planta de té (Camellia sinensis). El té negro, verde, blanco, pu-erh y de otras variedades provienen de la misma planta, pero reflejan distintas formas en que estas variedades son procesadas.
Algunos investigadores han propuesto que el té podría proteger contra el cáncer debido a su contenido de antioxidantes, polifenol y flavonoides. En los estudios realizados con animales, algunos tipos de té (incluyendo el té verde) han demostrado que reducen el riesgo de cáncer, pero los hallazgos de los estudios hechos en humanos son mixtos. Los resultados de las pruebas de laboratorio han sido prometedores, y tomar té forma parte de muchas gastronomías, pero actualmente no hay evidencia que respalde la reducción del riesgo de cáncer como una razón central para tomar té.
6. El consumo de sal en grandes cantidades aumenta el riesgo de padecer cáncer
Diversos estudios epidemiológicos revelan que ingerir este condimento en gran cantidad está asociado con un aumento del riesgo de padecer cáncer gástrico.
La sal, no sólo incrementa el riesgo de cáncer, también puede conducir a un aumento en la presión arterial, lo cual es un factor de riesgo de enfermedades del corazón y cerebrovasculares. Por eso, los expertos solicitan que se establezca un sistema estandarizado de etiquetado para hacer más claro al consumidor la cantidad de sal, grasa y azúcar que contiene cada producto.
Cada año hay unos 980.000 casos de cáncer estomacal en el mundo. Aunque las infecciones, el consumo de alcohol y el tabaquismo son factores de riesgo importantes, la dieta también juega un papel en la enfermedad. El informe calcula que el 14% de los casos de cáncer podrían evitarse si todos limitaran su consumo de alimentos salados y sal a 6 gramos diarios.
7. La dieta mediterránea y el aceite de oliva reducen el riesgo de cáncer de mama.
Un estudio elaborado por científicos españoles han demostrado que el aceite de oliva virgen puede contribuir en la prevención y tratamiento del cáncer de mama, gracias a su principal elemento, el ácido oleico.
Las conclusiones del estudio han confirmado que la ingesta de ácido oleico reduce considerablemente uno de los oncógenos asociados a los tumores más agresivos.
El ácido oleico cambia la composición de la membrana de las células y hace que los niveles del oncógeno también cambien, lo que confirma la hipótesis de que algunos componentes de la dieta pueden tener un papel en la regulación de los genes relacionados con el cáncer.
El coordinador del Grupo Multidisciplinario para el Estudio del Cáncer de Mama de la Universidad Autónoma de Barcelona, Eduard Escrich, aseguró que "en las dieciséis series experimentales llevadas a cabo hasta la fecha por su equipo ocurre siempre lo mismo: que los tumores son más grandes y salen antes a los animales que toman grandes cantidades de aceite de maíz". "Frente a ello, queda clínicamente muy claro que el de oliva, a pesar de administrarse en dosis elevadas, contrarresta el efecto negativo de la grasa, que es el combustible que necesita la célula cancerosa", aseveró Escrich. En cualquier caso, conviene ser sumamente cautelosos, "ya que todos los ensayos desarrollados hasta la fecha nunca han demostrado que el aceite de oliva tenga la capacidad de revertir un tumor ya existente".
Investigaciones anteriores, también llevadas a cabo en España, habían demostrado que la ingesta de aceite de oliva podía prever en un 25 por ciento la aparición de cáncer de mama y habían confirmado que el ácido oleico mejoraba la eficacia de determinados tipos de quimioterapia.
8. Antioxidantes
El cuerpo usa ciertos compuestos en los alimentos y químicos producidos por el cuerpo llamados antioxidantes, los cuales ayudan a proteger contra el daño a los tejidos que ocurre constantemente como resultado normal del metabolismo (oxidación). Debido a que dicho daño se ha asociado con un aumento en el riesgo de cáncer, algunos antioxidantes puede que sean útiles para proteger contra este riesgo. Entre los antioxidantes se encuentran la vitamina C, la vitamina E, los carotenoides (como el betacaroteno y la vitamina A) y muchos otros fitoquímicos (químicos de las plantas). Los estudios indican que las personas que comen más frutas y verduras, las cuales son fuentes abundantes de estos antioxidantes, pueden tener un riesgo menor de desarrollar ciertos tipos de cáncer. Pero esto no necesariamente significa que los antioxidantes sean responsables de tal resultado, pues estos alimentos contienen también muchos otros compuestos.
Varios estudios sobre complementos de antioxidantes no han observado que disminuyan el riesgo de cáncer. De hecho, algunos estudios han reportado un incremento en el riesgo de cáncer entre estos complementos (refiérase también las anotaciones sobre los complementos con betacaroteno, licopeno y vitamina E). Para reducir el riesgo de desarrollar cáncer, la mejor recomendación actualmente es obtener los antioxidantes directamente de comer los alimentos, en lugar de los complementos (suplementos multivitamínicos).
9. El ajo puede reducir el riesgo de cáncer
Los efectos protectores del ajo pueden derivar de sus propiedades antibacterianas o de su capacidad para bloquear la formación de sustancias que causan cáncer, detener la activación de sustancias causantes de cáncer , mejorar la reparación del ADN, reducir la proliferación celular, o provocar la muerte celular.
El Instituto Nacional del Cáncer no recomienda algún complemento alimenticio para la prevención del cáncer, sin embargo reconoce que el ajo es uno de varios vegetales con posibles propiedades anticancerígenas. Debido a que no todas las preparaciones con ajo son iguales, es difícil determinar la cantidad exacta de ajo que puede ser necesaria para reducir el riesgo de cáncer. Además, los compuestos activos que se encuentran en el ajo pueden perder su eficacia con el tiempo, la manipulación y el procesamiento. Las pautas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la promoción de la salud en los adultos son una dosis diaria de 2 a 5 g de ajo fresco (aproximadamente un diente de ajo), 0,4 a 1,2 g de ajo en polvo seco, 2 a 5 mg de aceite de ajo, 300 a 1000 mg de extracto de ajo, u otras formulaciones equivalentes a 2 a 5 mg de alicina.
10. Formas de cocción de la carne
Es necesario cocinar las carnes bien para matar los microorganismos dañinos. No obstante, hay algunas investigaciones que indican que al freír, asar o cocinar a la parrilla las carnes a temperaturas muy altas genera sustancias químicas (hidrocarburos aromáticos policíclicos o aminas aromáticas heterocíclicas) que pudieran aumentar el riesgo de cáncer.
Dependiendo de los métodos e ingredientes que utilices y la temperatura que apliques, cocinar puede crear compuestos tóxicos y cancerígenos, y grasas oxidadas. No es la carne de por sí, sino cómo la tratamos.
Aminas heterocíclicas( HCA): Cuando la carne es directamente expuesta a altas temperaturas, los aminoácidos, azúcares y creatina que contiene reaccionan formando aminas heterocíclicas (HCA). En estudios con animales, las HCA mostraron comportamiento mutagénico: provocaron cambios dañinos en el ADN, cambiaron la expresión genética y causaron cáncer. Estudios epidemiológicos relacionan el consumo de HCA en humanos con muchos tipos de cáncer, incluyendo cáncer de próstata, páncreas y colon.
Productos de la glicación avanzada( AGEs): Cuando la carne se pardea, cuando el azúcar es caramelizado o cuando sale una corteza en la carne asada, es porque se han creado productos de glicación avanzada, por la vía de la reacción de Maillard. La mayoría de los AGEs se forman endógenamente, dentro de nuestro cuerpo, pero los AGEs consumidos en la dieta parecen tener una serie de efectos negativos. Se ha comprobado que los AGEs en la dieta vacían las reservas de antioxidantes provocando una cascada de reacciones inflamatorias que incluye resistencia a la insulina, y potencialmente diabetes, mientras que una dieta baja en AGE puede aumentar la sensibilidad a la insulina en humanos.
Lípidos oxidados: los ácidos grasos poliinsaturados en la carne (o en los aceites vegetales usados para adobar o escabechar) la carne pueden oxidarse cuando se exponen a altas temperaturas. Cuando los consumes, estas grasas oxidadas se incorporan a los lípidos circulantes,incrementando el riesgo de arteriosclerosis.
La forma más fácil de minimizar la exposición a toxinas provocadas por las altas temperaturas es centrarse en los métodos de cocina más suaves y evitar los más agresivos.
- Los métodos de cocina más abrasivos son: asar a la parrilla, freír en la sartén, en la freidora y ahumar. Se debe reducir al máximo el uso de estos métodos.
- Los métodos de cocina más seguros incluyen: cocinar al vapor, escalfar o pochar, hervir, estofar, hervir a fuego lento, hornear, olla a presión.
jueves, 28 de enero de 2016
jueves, 10 de diciembre de 2015
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